La madera es un material orgánico, duradero y resistente al ataque de los distintos agentes degradadores, pero no por ello debemos descuidar su mantenimiento preventivo.

La tarima de exterior está expuesta a los cambios de temperatura, a la humedad y a la degradación.
Cuando la madera es maciza, la mejor manera de conservarla es con aceite especial. Conviene aplicarlo tres veces al año: en primavera, bien entrado el verano y en invierno. Dos capas de aceite son suficientes para impermeabilizar, proteger del calor y de posibles manchas. Si la tarima se ha astillado, se lija la zona afectada y se da aceite nuevamente. Para sacarle brillo emplear una capa de este mismo aceite y pasar una bayeta seca.
Existe un producto sintético sustitutivo del aceite llamado lasur. Su eficacia es mayor ya que protege la madera dos veces más que el aceite. Debe aplicarse dos veces al año, en primavera y a finales del verano.
Al menos una vez al año, la tarima debe tratarse con productos especializados para combatir agentes degradadores como hongos o insectos.
Es beneficioso regarla de vez en cuando para que no pierda humedad evitando así movimientos bruscos, grietas o cambios de color.
En cambio, si la tarima es composite, al ser una mezcla de madera y polímeros, su conservación es más sencilla ya que no se astilla, ni se agrieta ni requiere barnizados. Basta con una simple y tradicional limpieza periódica y un ligero cepillado o fregarlo con agua.

La tarima de interior es fácil de mantener en perfecto estado y con buena apariencia. Los cuidados son los mismos, tanto si la madera es maciza, multicapa o laminada.
Es importante prevenir los cambios bruscos de temperatura y humedad ambiente con ayuda de humidificadores y regulando la temperatura de la calefacción para evitar contracciones y expansiones de la madera. Lo mismo ocurre con la luz, los rayos del sol sobre la tarima durante un tiempo prolongado pueden provocar cambios de color.
Para limpiarla hay que evitar productos abrasivos o máquinas que desprendan calor y humedad porque pueden dañar el barniz. Para eliminar el polvo basta con pasar la fregona muy escurrida de agua, y para eliminar manchas añadirle al agua algún producto con ph neutro. No conviene que el agua o cualquier otro fluido se estanque en el suelo. Ante un derrame de líquido lo mejor es limpiar y secar al momento.
Conviene evitar pisar la tarima con zapatos mojados o con barro y arenilla.